La
invisibilidad de su persona.
La
espontaneidad de su curiosidad.A medias.
Vagabundea por los corredores de la casa.
“No es nada.” “No es nada.”, escucha a la vieja calmando a la niña.
“Es solo el viento.”
“El viento no camina”, reclama él sin ser escuchado.
Las cuencas
de sus ojos somnolientos, oscuras, como tumbas.
Qué poco
solicitados los fantasmas estos días. Ya nadie los considera seres vivos.
Ya todos olvidaron sus pecados.
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